INALI

Camarones, langostas y cangrejos de río: biología y cultivo

La Dra. Débora de Azevedo Carvalho investiga sobre la alimentación y nutrición de los citados crustáceos decápodos de agua dulce neotropicales.


Foto: gentileza de la entrevistada.

 

La Dra. Débora de Azevedo Carvalho* (INALI/CONICET/UNL) investiga sobre la alimentación y nutrición de los citados crustáceos decápodos de agua dulce neotropicales. 

¿En qué consiste su trabajo?

En el Laboratorio de Macrocrustáceos nos enfocamos en estudiar distintos aspectos de la biología y ecología de los crustáceos decápodos (camarones, langostas y cangrejos) que viven principalmente en los sistemas acuáticos de la Cuenca del Plata. Particularmente, centré mis estudios en comprender la ecología trófica de estos animales, tanto desde una perspectiva más amplia como son las redes tróficas (sus presas y sus depredadores naturales) hasta aspectos más particulares de cada especie como: el comportamiento de búsqueda de alimento, en qué momento del día se alimentan, cómo digieren los alimentos (digestión mecánica y enzimática), cómo asimilan los nutrientes y cómo crecen y sobreviven según el tipo de dieta que les ofrecemos. Actualmente, estoy enfocando mis estudios en posibilitar el uso de estos organismos en cultivos multitróficos integrados.

¿Comprende mucha tarea de campo?

Las tareas de campo, o “campañas” como lo decimos, son parte de la rutina de trabajo. Es difícil estudiar a estos animales a través de la observación directa en campo. Por eso, nuestras campañas son generalmente para recolectar muestras en la naturaleza y traerlas al laboratorio para su estudio. Las campañas pueden ser muy intensas si lo que queremos es hacer un relevamiento de la diversidad de crustáceos decápodos a lo largo del territorio argentino. Por ejemplo, en una oportunidad, mis compañeros del laboratorio recorrieron, durante 25 días, Corrientes, Misiones, Formosa, Chaco y Santa Fe en un relevamiento de los crustáceos decápodos de ambientes acuáticos continentales. Las campañas también pueden ser esporádicas y cortas, de no más de algunas horas, si lo que necesitamos es recolectar animales para algún ensayo en laboratorio. Claramente, depende del objetivo de la investigación.

¿Con qué se alimenta a los crustáceos que están en el Laboratorio?

Los crustáceos, naturalmente, tienen una dieta bastante variada. Esencialmente, dentro de las preferencias de cada especie, comen lo que más abunda en el ambiente. Eso facilita mucho la alimentación en laboratorio y el cultivo ya que nos permite ofrecerles todo tipo de alimento: trozos de músculo de peces, alimento balanceado para peces y otros crustáceos ornamentales, presas vivas (larvas de mosquito, por ejemplo), etc. Sin embargo, también preparamos alimentos balanceados y paletizados en nuestro laboratorio con el fin de ofrecer a los animales una dieta más específica para sus necesidades nutricionales. Estas dietas artificiales se basan en estudios de otros investigadores y en ensayos propios. Una de las líneas de investigación que llevamos a cabo actualmente tiene que ver con la formulación de dietas artificiales que promuevan un mejor crecimiento y supervivencia de los crustáceos para fines de cultivo.

¿Por qué es importante enfocar el aspecto alimenticio de los crustáceos de agua dulce? ¿Qué información valiosa puede obtenerse?

Estas preguntas pueden ser respondidas desde dos perspectivas. Por un lado, los crustáceos componen las redes tróficas de los ecosistemas acuáticos, siendo comidos por peces de interés comercial (boga, moncholo, amarillo, manduvé, pirá-pitá, etc.), aves (benteveo, garzas, biguás, etc.), anfibios e inclusive mamíferos (lobito de río). Además, se alimentan de una variedad de presas animales e inclusive plantas y organismos en descomposición. Comprender el rol trófico, o sea, el papel que tienen estos organismos en la transferencia de materia y energía y en el ciclado de nutrientes en los sistemas que habita, además de interesante, aporta a esclarecer el funcionamiento de estos sistemas y a evidenciar cuáles son los servicios ecosistémicos que realizan estos decápodos. Otra perspectiva es desde el ámbito productivo. A pesar de que el cultivo de decápodos nativos de agua dulce aún es poco explotado a nivel nacional, su potencial es muy grande. Son animales factibles de mantener en cautiverio porque son de fácil alimentación y reproducción. Aunque estoy segura de que muy pocos han consumido carne de camarón o cangrejo de nuestros ríos (con excepción de inmigrantes asiáticos que viven en la región), la calidad nutricional en cuanto a proteínas y ácidos grasos es muy buena para la alimentación humana. Por estas mismas características también podría ser utilizado como fuente de alimento (vivo o procesado) para peces de cultivo. Además, estos decápodos también son vendidos como organismos ornamentales e inclusive exportados a países asiáticos desde Argentina. Dentro de las áreas industriales y médicas, se puede destacar la utilización de quitosano (polisacárido obtenido a partir del exoesqueleto de quitina de los crustáceos) en diversas áreas. De los crustáceos también se obtiene la astaxantina, que es un pigmento de la familia de los carotenoides que, además de ser un potente antioxidante, es utilizado en la acuicultura para dar coloración a la carne de salmónidos. En este sentido, saber cuáles son las necesidades nutricionales de cada especie y en cada etapa de su desarrollo es fundamental para que cualquier sistema de crianza sea exitoso.

¿De qué área geográfica provienen los ejemplares que estudia?

En mi caso, la gran mayoría de los animales que trabajo son de lagunas y arroyos de Santa Fe y Entre Ríos. También estudié especies de la cuenca del Amazonas en el contexto de un proyecto de cooperación con Brasil. Sin embargo, en el laboratorio también se estudia la distribución geográfica (biogeografía) de los decápodos dulceacuícolas de Argentina y, por lo tanto, el acervo del laboratorio cuenta con especimenes de todo el territorio nacional.

¿Cuál ha sido el aporte más valioso que ha hecho a la disciplina?

Podría decir que este aporte está en etapa de investigación y desarrollo, que todo lo que aprendí en estos años con los crustáceos me sirvió para ver el potencial de estos organismos en cultivos no tradicionales y me dio entusiasmo para seguir investigando la manera de implementarlo. No hace mucho tiempo empecé a interesarme por la acuicultura. Sin embargo, a pesar de que la acuicultura es una de las prácticas más eficientes de producir proteína animal, ha generado una serie de consecuencias ambientales que comprometen la sostenibilidad de los sistemas productivos. La eliminación de una considerable cantidad de desechos orgánicos provenientes principalmente de la alimentación intensiva de peces es una de las consecuencias, entre tantas. Es desde esta problemática que pretendo implementar un diseño de cultivo integrado de crustáceos y peces nativos con vegetales comestibles que optimice el uso del alimento y reduzca la emisión de desechos orgánicos al ambiente. Que este diseño pueda ser llevado a cabo en cualquier lugar del país y a diferentes escalas (familiar y comercial), con especies autóctonas, adaptadas a las condiciones climáticas locales y de manera sostenible, sería mi aporte más valioso a la disciplina y a la sociedad.

Con relación a sus estudios, ¿ha recibido consultas de organismos oficiales dedicados al medio ambiente y a la fauna de los ríos?

Mis estudios no escapan de un contexto más amplio que son las líneas de estudio de nuestro Laboratorio. Las consultas que fueron realizadas a nuestro grupo de trabajo son variadas y provienen de distintos sectores: público general, escuelas, diarios, radio, TV y también entidades públicas.

¿Y de acuarios?, dado que en Rosario se inauguró tiempo atrás el Acuario de agua dulce más grande del país…

También recibimos consultas del Acuario de Rosario en la etapa de construcción y luego de la inauguración. Las consultas se relacionaron con el cultivo y el mantenimiento de camarones y cangrejos: compatibilidad de especies, densidades de cultivo, alimentación, reproducción, entre otros temas.

Siendo brasileña, ¿por qué eligió Argentina para desarrollar su tarea científica?

Todo empezó con un intercambio de grado en el marco del programa de movilidad estudiantil de la AUGM, en 2007. Durante el intercambio tuve la oportunidad de conocer el INALI y a mi actual director, el Dr. Pablo Collins. Realicé una pasantía mientras cursaba algunas cátedras en la FHUC-UNL y surgió la posibilidad de presentarme a una beca doctoral latinoamericana una vez que terminase mi carrera en la Universidade Estadual de Campinas (Unicamp). Pero la decisión de mudarme a la Argentina se debió principalmente a que durante el intercambio conocí a mi actual pareja y padre de mis hijos. Luego, con la beca doctoral en 2009, se hizo factible la oportunidad de realizar el doctorado en Argentina.

¿Mantiene lazos académicos con su país natal?

Mi beca doctoral, por haber sido del tipo “latinoamericana”, tenía como requisito que uno de mis directores fuera de mi país de origen. Propuse al Dr. Célio Magalhães, del INPA (Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia), que fuera mi codirector y él aceptó la propuesta. De esa relación surgió un proyecto de cooperación Capes/MINCyT que contempló estadías de investigación entre ambos países e hizo posible un mayor acercamiento e intercambio de ideas. Esta relación se mantiene hasta la actualidad e inclusive tenemos un artículo en conjunto publicado recientemente. También hemos recibido, en mayo de 2017, a un investigador brasileño, el Dr. Emerson Mossolin, carcinólogo (especialista en crustáceos), en nuestro laboratorio.

(*) Argentina naturalizada, es Investigadora Asistente del CONICET. Entrevistó: Lic. Enrique A. Rabe (ÁCS).