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INALI / Serpientes, características, distribución y amenazas / En el mundo existen más de 11.000 especies de reptiles, de las cuales 3700 son serpientes. Salvo los polos, se han adaptado a todos los climas, pudiendo medir desde pocos centímetros hasta los 10 metros
En el mundo existen más de 11.000 especies de reptiles, de las cuales 3700 son serpientes. A lo largo de la evolución los reptiles fueron ocupando los ecosistemas terrestres y acuáticos. Salvo los polos, se han adaptado a todos los climas, pudiendo medir desde pocos centímetros hasta los 10 metros que tienen las pitones y anacondas. Como todos los animales, las serpientes –y especialmente las de mayor tamaño-, han sido muy afectadas por el hombre a causa de la destrucción de sus hábitats y por la cacería y la sobreexplotación. Son parte de la riqueza de los ecosistemas, por lo que requieren de respeto y atención, y también de cuidado ya que también algunas pueden resultar riesgosas. De hecho, de las 137 especies de nuestro país, hay 35 potencialmente peligrosas y 19 muy peligrosas.
Las serpientes y demás reptiles, no pueden regular la temperatura interna son “poiquilotermos” y obtienen el calor del ambiente, son “ectotermos”. Por ello, el clima es de vital importancia en su vida, afectando diversas funciones biológicas. En las épocas de temperatura bajas algunos hibernan y otros disminuyen su actividad, pueden esconderse en cuevas, debajo de troncos, en grietas, rocas en hojarasca del suelo y bajar su actividad física al mínimo. La ventaja de ser poiquilotermos es que gastan menos energía en mantener la temperatura corporal y aprovechan mejor el alimento, pudiendo vivir meses sin alimentarse. Por eso comen con menos frecuencia o cuando se exponen al sol para lograr digerir el alimento. Las grandes serpientes acuáticas como la Ñacaniná (2,50 m) y Curiyú (4 m) se las puede encontrar en invierno asoleándose, sobre troncos o en la costa, para poder mantener su temperatura interna.
Serpientes de Argentina
En Argentina de un total de 137 especies, sólo 19 (10 yararás, 1 Cascabel y 8 Corales) son muy peligrosas para el hombre y otras 35 especies son potencialmente peligrosas -con glándula de veneno y un diente posterior modificado para la inyección del mismo-, de las que no existe información al respecto. Pueden vivir en distintos tipos de hábitat, incluyendo las especies adaptadas a vivir en el agua o bajo tierra.
El norte de Argentina, principalmente la Cuenca del Paraná, provincias de Misiones, Corrientes, Formosa, Chaco y Santa Fe, presenta la mayor riqueza de especies de serpientes, seguidas por Salta y Jujuy. La selva misionera contiene la mayor diversidad de especies (75), y el monte chaqueño cuenta con más de 60 especies. Hay una pérdida notoria de la diversidad de serpientes hacia el sur del país, con pocas especies en la región pampeana y solo una yarará que alcanza la estepa de Santa Cruz. No se encuentran serpientes en Tierra del Fuego.
Causas de las amenazas
En los últimos siglos la humanidad está viviendo un proceso denominado crisis de la biodiversidad, que consiste en la devastación en pocas décadas de la mayoría de las comunidades biológicas como consecuencia de actividades humanas, constituyéndose en uno de los desafíos prioritarios de la humanidad en el siglo XXI. Una de las consecuencias de esta crisis es la desaparición de poblaciones de animales silvestres, con tasas sumamente elevadas de 100 a 10.000 veces mayores a las existentes antes del impacto humano, lo que generalmente culmina con la extinción regional y/o global de especies. Entre una amplia variedad de acciones y estrategias de conservación de la biodiversidad, se encuentra la categorización de especies amenazadas (EA), que tiene por objetivo generar listas rojas de especies que tienen mayores probabilidades de extinguirse, para generar acciones de conservación. Esta tarea ha sido liderada mundialmente por IUCN (www.iucnredlist.com), pero en Argentina se reconoce la importancia de contar con listas rojas, ya que los países constituyen entidades sociopolíticas y territoriales autónomas donde se aplican medidas de conservación de la biodiversidad y poseen las atribuciones legales, potestad y la obligación de manejar y conservar los recursos naturales y su biodiversidad asociada.
Se ha postulado la declinación global de los reptiles, y se ha demostrado que muchas poblaciones de serpientes disminuyeron debido a actividades humanas que incluyen principalmente la destrucción de sus hábitats, la persecución y sobre-explotación de sus poblaciones, la introducción de especies exóticas y la contaminación.
La destrucción de sus hábitats, incluye la eliminación, fragmentación y alteración de los hábitats por la agricultura, ganadería, construcción de obras de infraestructura (ciudades, canalizaciones, represas o puentes de determinado diseño, que provocan o agravan inundaciones y modifican ciclos hidrológicos). Por ejemplo en las rutas del río Paraná se atropellan miles de serpientes por año. Otro gran impacto para el ambiente y las poblaciones de serpientes son los incendios, que provocan que gran cantidad de individuos queden atrapados o escapen y sean eliminados por pobladores
La persecución y sobre-explotación de sus poblaciones, en Argentina se capturan algunas especies de serpientes vivas para vender como mascota y otras para vender su cuero como las boas. Estas explotaciones se han realizado durante años con escasas regulaciones y estudios que avalen los cupos de explotación, llevando al borde de la extinción a algunas especies al borde de desaparecer. En el río Paraná los pulsos de inundación han favorecido la sobreexplotación y eliminación de los reptiles en el Paraná, debido a que estos deben abandonar sus refugios en inundaciones grandes, o concentrarse en los sistemas acuáticos remanentes durante las bajantes, siendo más vulnerables a la cacería.
La introducción de especies exóticas animales salvajes o domésticos introducidos por el hombre como el jabalí, perros, gatos, o visones depredan gran cantidad de serpientes afectando sus poblaciones. Se ha comprobado que en bosques de especies introducidas como pinos, espina corona, no se registran reptiles, o estos son muy escasos.
La contaminación, se han registrado insecticidas clorados en elevadas concentraciones en la grasa de serpientes en áreas cercanas al Paraná, afectadas por cultivos. Los reptiles tienen mayores concentraciones de contaminantes en grasa porque los toman de sus presas. Esto puede afectar su sistema nervioso, reproducción, desarrollo, etc.
Las serpientes han atraído mucha menos atención en los estudios de conservación con respecto a los mamíferos, aves y anfibios, lo que puede deberse a que son animales poco populares e incluso despiertan un temor cultural exacerbado por lo que son constantemente perseguidas y eliminadas por el hombre. A pesar de sus importantes funciones ecosistémicas y sanitarias (farmacopea de venenos y producción de sueros). Desde mediados de 1980, evaluaciones en el hemisferio norte identificaron que unas 180 especies o poblaciones de serpientes categorizaban como en disminución, raras, o que necesitaban gestión para su conservación, no obstante pocos estudios han sido publicados al respecto. Por estas razones, la categorización sobre el estado de conservación de las serpientes argentinas en una lista roja, es un paso necesario para que este grupo de animales sea adecuadamente considerado por todos los sectores sociales, incluyendo los organismos estatales y no gubernamentales, responsables o interesados en la conservación de la biodiversidad en la Argentina.
Especies amenazadas de Argentina
Las especies amenazadas son las que tienen una elevada probabilidad de extinción o que se aproximan a dicha situación de continuar las presiones directas sobre éstas o sus hábitats. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es una organización internacional dedicada a la conservación de los recursos naturales, está integrada por expertos que contribuyen a dar a conocer el estado de las poblaciones y su protección. En Argentina la Asociación Herpetológica Argentina, integrada por especialistas, cumple esta función y en dos ocasiones han categorizado todas las especies de anfibios y reptiles de nuestro país. Utilizando criterios científicos desarrollaron una metodología que permitió establecer el grado de amenaza de las especies. Se incluyó información sobre las características bio-ecológicas, de qué se alimentan, como se reproducen y cuantas crías tienen o cuantos huevos ponen, cuál es su modo de vida: acuático, arborícola, subterráneo o terrestre, que tan amplia es su distribución, como están conservados sus ambientes y qué grado de protección tienen (ej. Áreas Protegidas). Y de esa manera se generaron diferentes categorías de acuerdo a los riesgos de extinción: En peligro, Amenazada, Vulnerables; Insuficientemente Conocidas (cuando no hay información de las variables en estudio) y No Amenazadas (sino tiene probabilidad que desaparezcan).
Se incluyeron 49 especies en la lista roja (5 en peligro, 17 amenazadas, 27 vulnerables), 15 insuficientemente conocidas y 72 no amenazadas.
¿Qué hacemos cuando vemos una serpiente?
-Intentamos determinar si es peligrosa o no.
-Evitamos interaccionar con ella a menos que sea estrictamente necesario (ej. Adentro de una vivienda).
-Si es estrictamente indispensable capturarla, debemos tener los elementos y entrenamiento adecuado (ganchos, recipientes).
-De no ser así llamamos a alguien que los tenga.
-Señalizamos el lugar advirtiendo de la presencia de una serpiente.
-Si se la captura se deja en lugar seguro, sin personas y señalizada.
¿Es posible Prevenir el Ofidismo?
Con relación a las personas expuestas:
-Usar botas de goma-cuero caña alta, o polainas de cuero, previene 70 % de los accidentes ofídicos: las mordeduras se producen en un 55 % en los pies hasta el tobillo, 15 % entre el tobillo y la rodilla.
-Evitar introducir la mano en sitios donde puede haber ofidios, usamos guantes de cuero (o herramientas) para remover la leña-escombros-yuyos o revisar huecos: 30 % de los casos se producen en las manos y antebrazos.
-Campañas educativas e informativas a todos los niveles sociales sobre prevención, identificación y biología de los ofidios: en medios de comunicación masivos y a niveles formales desde la escuela primaria.
-Los grupos de mayor riesgo son: trabajadores rurales con un 67 %, turistas con un 23 %, niños con un 7,1 %.
Con relación al medio ambiente y la vivienda
-Mantener las áreas libres de malezas alrededor de las viviendas, vías férreas, caminos, zonas de desembarco, etc.
-Inspección cotidiana de viviendas, botas, rincones, lugares oscuros, depósitos, gallineros, chiqueros, cajones, sobre todo luego de lluvias e inundaciones.
-Realizar un buen manejo de la basura (Reciclarla, enterrar lo orgánico) para no brindar alimento a roedores que pueden atraer a víboras venenosas.
-Evitar la acumulación de escombros, leña, maderas, etc. que brindan refugio a los roedores y a las serpientes.
-Controlar a los roedores.
-Extremar las precauciones los días de temperatura alta y elevada humedad, lluvias, inundaciones, incendios, desmontes, llenado de represas
-Limpiar correctamente los sitios de acampe, y no dormir a la intemperie sobre el suelo en ambientes naturales.
-En casas rurales colocar en la puerta una barrera de chapa o madera de 50 cm de alto,previene el ingreso de ofidios a la vivienda.
-Inspeccionar el ambiente al que se ingresa (vivienda, carpas), luego de dejarlo deshabitado.
¿Qué pasa si hay envenenamiento?
Un accidente ofídico es una emergencia médica que debe ser tratada con los medios adecuados y cuanto antes, en un Centro de Salud. ES UNA URGENCIA REAL para evitar las lesiones locales o sistémicas permanentes o en algunos casos la muerte. No hay que retardar el tratamiento y un mal diagnóstico puede costarle la vida al paciente.
Con información de Vanesa Arzamendia, del Laboratorio de Biodiversidad y Conservación de Tetrápodos del Instituto Nacional de Limnología (INALI-CONICET-UNL)