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Nuevo humedal en la Setúbal: ¿yuyal u oportunidad para conocer la naturaleza?

Desde el INALI (CONICET-UNL), se están monitoreando los cambios que ocurren en el humedal de la Laguna Setúbal, un ecosistema formado en la ribera oeste de la laguna que cumple funciones relevantes para la ciudad, por al menos tres razones. Es un reservorio de especies vegetales y animales nativas, es una barrera natural frente a posibles eventos de crecida de las aguas y se constituye además como un área de retención de elementos y sustancias contaminantes.


Fotografía: gentileza Ignacio Beron.
Fotografía: gentileza Ignacio Beron.
Fotografía: gentileza Ignacio Beron.
Boana puntata rubrolineata (rana punteada). Fotografía: gentileza Ignacio Beron.

Desde el Instituto Nacional de Limnología (INALI, CONICET-UNL), se están monitoreando los cambios que ocurren en el humedal de la Laguna Setúbal, un ecosistema formado en la ribera oeste de la laguna que cumple funciones relevantes para la ciudad, por al menos tres razones. Es un reservorio de especies vegetales y animales nativas, es una barrera natural frente a posibles eventos de crecida de las aguas y se constituye además como un área de retención de elementos y sustancias contaminantes.

Por: Equipo de investigación del INALI (*)

Bajante extraordinaria

Desde julio del año pasado, cuando se registraron los valores más bajos en el nivel de agua del río Paraná de los últimos 78 años, rige en toda su cuenca una emergencia hídrica. El sistema de la laguna Setúbal forma parte de la cuenca de drenaje del Paraná y no escapa a esta realidad. Este cuerpo de agua, que más que una laguna ya es un río, es alimentado por el oeste por el sistema de arroyos Los Saladillos y por el este, por la descarga del arroyo Leyes. Su breve recorrido concluye en la confluencia con el riacho Santa Fe para formar el río Santa Fe.

Con la bajante extraordinaria, grandes extensiones de terreno de la margen oeste de la Setúbal quedaron descubiertas de agua. Los sedimentos de la laguna están formados por una mezcla de arena y limos ricos en nutrientes que son arrastrados por los arroyos que la alimentan, y son, por lo tanto, el sustrato ideal para el asentamiento de vegetación que conocemos como «vegetación de ribera».

Lo que estamos viendo desde que comenzó la bajante, es aquello que los biólogos llamamos «sucesión ecológica». Este proceso no es más que el reemplazo de especies vegetales y animales (conocidas como especies colonizadoras) que van preparando el terreno para que diversas comunidades de organismos vivos, cada vez más complejas, puedan asentarse. Si te has acercado a las orillas de este bosque de ribera en formación, habrás notado que algunas partes del suelo están encharcadas y hay una gran variedad de vegetación. Esto es lo que llamamos un «humedal».

Un humedal

Sí, un humedal es un ecosistema acuático de transición entre uno completamente acuático (como es la laguna Setúbal) y uno completamente terrestre (en este caso la playa oeste de la ciudad de Santa Fe). En los últimos años los humedales vinculados al río Paraná adquirieron gran relevancia en los medios de comunicación por los recurrentes incendios que se estuvieron produciendo, y aún continúan, en estos ecosistemas de elevada importancia social, económica y ambiental.

La vegetación

El humedal que se formó en la margen oeste de la Setúbal tiene varias características que lo definen. Particularmente la más notable es el gradiente de vegetación. Hacia el borde de la laguna, encontramos vegetación de tipo palustre (adaptada a soportar suelos inundados) como son chilillos, juncos y totoras, o incluso en aquellas zonas cubiertas por agua, vegetación acuática flotante y arraigada como son helechitos y redonditas de agua, camalotes y cola de zorro. Hacia el otro extremo (hacia la avenida Almirante Brown) podemos observar algunos árboles típicos de las riberas de cauces fluviales como son sauces, alisos y ceibos.

Desde el Instituto Nacional de Limnología (INALI) estamos monitoreando los cambios que van ocurriendo en este humedal, con especial interés en la diversidad biológica. Es así como, a pesar de estar en invierno, lo que naturalmente implica que haya menor cantidad de especies, registramos más de veintitrés especies de plantas, que incluyen los árboles antes mencionados, arbustos de chilca, cortadera y herbáceas como son la menta, salvia, el falso duraznillo, o la campanilla azul. La presencia de vegetación atrae a una gran cantidad de animales, desde insectos hasta micromamíferos, aves y anfibios que usan esta área como refugio, zonas de alimentación o incluso reproducción.

Micromamíferos, anfibios y aves

Entre los micromamíferos hemos registrado ocho especies de roedores entre los que se destacan la falsa nutria o coipo y el cuis, por lo menos tres especies de murciélagos y dos especies de las muy conocidas comadrejas. Entre los anfibios, se destaca la presencia de nueve especies, la mayoría de ellas ranas, como son la ranita del zarzal, la rana punteada, la rana enana y dos sapos: el sapo común y el sapo panza amarilla. Sin duda, la diversidad más grande la constituyen las aves con más de sesenta especies registradas hasta ahora. Algunas de ellas podemos verlas también en la ciudad, como los benteveos, cardenales, calandrias, carpinteros, palomas, golondrinas y zorzales. Hay otras acuáticas como las pollonas, el macá, el biguá, las garzas, y, además, aves típicas de los pajonales como son la interesante variedad de tordos que se han registrado allí. Todas estas aves pueden verse en este humedal, aunque su frecuencia y abundancia depende mucho de la época del año. Por ejemplo, especies migradoras como la tijereta y el sirirí real han sido observadas allí en primavera y verano cuando llegan para reproducirse, mientras que hay especies que lo habitan en invierno como la calandria real y los flamencos australes. La presencia de estas especies en este humedal le da aún más importancia para su conservación y valorización.

Las funciones del humedal

Este humedal cumple muchas funciones que son relevantes para la ciudad. En primer lugar, es un reservorio de especies nativas, y algunas exóticas, que son propias del ecosistema urbano de la ciudad de Santa Fe y del sistema del río Paraná. Esto implica que se constituya además como una oportunidad de recreación para los habitantes sin alejarse de la ciudad donde pueden apreciar la vegetación, sus formas, olores y flores, el canto de las aves, y, si vas más a la tardecita, el canto de las ranas y de los murciélagos que salen a cazar insectos. Este humedal es además una barrera natural frente a posibles eventos de crecida de la laguna, reteniendo el flujo de agua y disminuyendo los efectos negativos que pudiera tener sobre la costanera. Por otro lado, este ambiente también se constituye como un área de retención de elementos y sustancias contaminantes que de otra forma entrarían a las aguas de la laguna.

(*) Investigadores e investigadoras del INAILI: Diego Frau, M. Florencia Gutierrez, Victoria Andrade, Analía Ale, Romina Pavé, Andrés Sarquis, Francisco Pereyra, Ignacio Berón y Romina Ghirardi.