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10 ABRIL - DÍA DEL INVESTIGADOR CIENTÍFICO
El Investigador en un país soberano
Por el Dr. Pablo Collins: "Este es un homenaje a los investigadores y una reflexión sobre ellos y nuestra nación…"
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Este es un homenaje a los investigadores y una reflexión sobre ellos y nuestra nación… Primero podemos preguntarnos, simplemente, ¿qué es, o qué es ser un investigador?, o ¿quién lo es?
Todos podemos dar una respuesta relativamente sencilla desde diferentes aspectos socio-culturales o desde posturas epistemológicas distintas sobre lo que es la ciencia y lo que es ser un investigador, pero podríamos simplificar esa respuesta y decir que es aquella persona que busca la verdad y el conocimiento, que trata de dilucidar y esclarecer hechos y relaciones que ocurren en “nuestro ambiente o pertenencia”, es decir, en cada área disciplinar del conocimiento, o como los biólogos dicen, en “el biotopo de cada uno”. Pero esto debe enmarcarse dentro del interés de la sociedad, porque los conocimientos y la verdad le pertenecen y no nos debemos abstraer de ella o desaparecer dentro de la seguridad de nuestro laboratorio, de nuestro espacio… Por supuesto que esto le da un matiz diferente al investigador, en el cual debe interactuar con la sociedad, para lo que su búsqueda de conocimiento y de verdad tendrá un interés cultural, social, económico, político…, saciando la curiosidad del más ávido ciudadano, enorgulleciéndolo de tener un conciudadano que dedica su tiempo a esas búsquedas.
Hoy en día, como quizás en otros tiempos de la historia, estamos viviendo momentos de controversias, dudas, idas y vueltas como investigadores y en las instituciones, y nos cuesta reconocer la importancia y la necesidad del investigador para un país soberano… Por eso podemos reconocer que muchos países tienen la suerte de que institucionalmente buscan tener personas que hacen de la búsqueda del conocimiento su vida y que a partir de esa sapiencia construyen, discuten, idealizan sus naciones. Otros Estados se apoderan del conocimiento que se genera en otro territorio como simples ladrones o usurpadores, olvidándose de la capacidad de su pueblo de imaginar y pensar. Desafortunadamente, algunos otros pueblos no pueden, no quieren o no los dejan generar o buscar las respuestas a las necesidades de su gente, son usados.
Argentina ha tenido la suerte de ser un país con tradición científica. Esta fue incentivada desde el nacimiento de nuestra nación y ha crecido dentro de instituciones reconocidas por nuestra sociedad y el mundo, hasta tal punto que se ha generado una estructura específica para desarrollar esta actividad, como ministerios, secretarías, universidades, CONICET, CONEA, INTI, INTA, INA, y otras entidades gubernamentales y privadas, ya sea a nivel nacional como provincial. Todas estas estructuras gubernamentales o privadas comprenden en su visión y misión el tener investigadores, dándole al país una connotación y una posición soberana de nuestra tierra y de las personas que en ella viven. Sin embargo, nos falta una vuelta de tuerca, un algo más que nos impulse y que nos haga sentir que el investigador es un recurso de un país; que los ciudadanos estemos orgullosos de tener investigadores y éstos de ser, de pertenecer y de tener la posibilidad de investigar… Esto no sólo desde el Estado, reconociendo que el conocimiento y la búsqueda de la verdad está más allá que una simple utilidad inmediata, la cual no se niega que sea necesaria, o que la sociedad entienda el compromiso que representa generar conocimiento, y por supuesto que los científicos interpretemos las necesidades de una nación y de una sociedad.
Esta es una época de coyuntura, y quizás el científico, el investigador con su ejercicio de pensar, pueda aportar ideas, sosiego y herramientas a los distintos sectores de la sociedad en que la construcción del pensamiento, de ideas para el crecimiento de una nación es necesaria, no sólo desde la visión del científico sino también desde la del tecnólogo, que aplica los conocimientos generados.
Nuestra sociedad, lamentablemente, está empujada para que se divida, se fracture en relación a aspectos políticos, deportivos, religiosos, en donde los matices de las diferencias son motivos de discusión y no de enriquecimiento. Penosamente los investigadores también estamos en esa oscuridad, en esa nebulosidad, en donde nos cuesta escuchar las diferentes opiniones y discutir los pensamientos, las ideas, las verdades. Sin embargo, debemos reconstruirnos y tener la capacidad de pensar y de nuevamente discutir generosamente.
Un país con investigadores y una ciencia es posible. Un país sin investigadores es un retroceso milenario. Un país con dialogo y respeto es una obligación.
Feliz día del Investigador.
Dr. Pablo Collins, Vicedirector del CONICET Santa Fe y Director del INALI.