IFIS Litoral

El lago de soda

"Ese burbujeo repentino y cotidiano puede ser peligroso, mortal. Y si no lo creen, pregunten a los sufridos vecinos del lago Nyos, en Camerún".


Foto: CONICET Santa Fe

Pablo Bolcatto, investigador del CONICET Santa Fe, explica porqué el fenómeno del lago Nyos -que dejó sin vida a 1.800 vecinos- puede compararse con la explosión de burbujas de una gaseosa.

Destapar una botella de soda al natural es como una caja de Pandora. La falta de reflejos para cerrar rápidamente la tapita e inhibir la efervescencia puede provocar una verdadera tragedia en la mesa familiar. ¡Pero tené cuidado! ¡Me mojaste! Y reproches por el estilo. Ocurre una verdadera crisis -ilustra el psicólogo-, se abre la grieta -fundamenta el político-, un cambio de humor -corrige el sensato-, un cambio de estado -resuelve el físico-.

Ese burbujeo repentino, tan habitual y cotidiano puede ser extremadamente peligroso, mortal. Y si no lo creen, pregúntenles a los sufridos vecinos del lago Nyos, en Camerún. Este lago ubicado en un cráter volcánico, explotó literalmente, el 21 de agosto de 1986. De manera misteriosa, silenciosa, casi 1800 personas y más de 3000 animales encontraron el fin. No hubo estampidas, ni gritos, ni caos. No fueron lenguas de fuego ni poderosas ondas expansivas membresías de la caballería de la muerte. Fue, simplemente, una explosión de burbujas, similar a la de la botella de soda recién abierta.

El lago Nyos recibe continuamente inmensas cantidades de dióxido de carbono (CO2) de vertientes subterráneas. Debido a sus 200 m de profundidad, se ejerce una alta presión en el fondo y, por tanto, el gas queda disuelto en la masa líquida, igual que el gas disuelto en el interior de la botella de soda antes de ser abierta. Pero, si ocurre algún movimiento tectónico que rompa este delicado equilibrio -como se cree que ocurrió el aciago día de la tragedia-, gran parte de este gas burbujea y vuela por los aires. Así, se generó una enorme y pesada nube invisible de CO2 que bajó por las laderas del volcán y, por simple inhalación pobre en oxígeno, fue provocando la muerte de pobladores y animales a 30 km a la redonda.

La explicación del fenómeno no fue sencilla y se cree que una de las claves es que el lago, llamativamente, tiene una temperatura homogénea de unos 22-23 oC. Si la temperatura fuese diferente entre el fondo y el espejo, podrían haberse generado corrientes convectivas que evitaran la altísima disolución del gas carbónico en las profundidades.

Tampoco es predecible su repetitividad, si no, seguramente la tragedia se hubiese evitado ya que dos años antes se había presentado el mismo fenómeno en el lago Monoun, también en Camerún, aunque esta vez con menos víctimas fatales.

Como sea, y aunque sólo se han reportado estos dos casos de explosión de burbujas denominada erupción límnica, la curiosidad por comprender y la necesidad de resolver el problema han empeñado a científicos y tecnólogos en encontrar las formas de desgasificar a estos lagos asesinos. Así, el hermoso paisaje del cráter con agua está ahora pincelado por grandes chorros verticales que liberan el CO2. Verdaderos y gigantescos chorros de soda naturales.

Así que, amigos, cuando les surja el impulso del grito recriminador hacia el invitado que abre con impericia la botella de soda o la de gaseosa, y mancha el mantel recién puesto, simplemente recuerden que los cameruneses la pasaron peor, mójense la mano, toquen la frente del compañero de mesa y griten: “¡alegría, alegría!”

 


Por Pablo Bolcatto, Dr. en Física, investigador del Instituto de Física del Litoral (CONICET -UNL), profesor de la UNL y divulgador científico en "La Pulpo", Radio Nacional Santa Fe (lunes a viernes de 15 a 17).